Hoy nos acercamos a un majestuoso hotel en las afueras de un pequeño pueblo. Solía ser el lugar de ensueño para las bodas más elegantes y los eventos más exclusivos de la zona. Su arquitectura recordaba a las viejas masías, y destacaba especialmente por su exuberante jardín que lo convertía en el escenario perfecto para el amor y la celebración. Sin embargo, con el paso de los años, estas instalaciones cayeron en desuso. La competencia de lugares más modernos y la disminución del número de enlaces contribuyeron a su decadencia. La última boda que se celebró allí ya ni se recuerda.
Por otro lado, los vecinos pronto comenzaron a difundir habladurías. Se decía que hubo episodios de corrupción entre sus dueños y todo tipo de problemas de carácter financiero. También se dieron a conocer problemas que afectaron a la salud de los comensales. Al parecer, un brote de salmonela intoxicó a más de cien personas provocando un problema sanitario considerable. La presencia de esta bacteria en los alimentos hizo que las autoridades multarán a los responsables. Esto les llevaría a la bancarrota y a declararse incapaces de seguir adelante con el negocio. Además, también se contaban historias de fantasmas. No pocos jóvenes iban al lugar a divertirse y a beber alcohol sin la presencia de los adultos. Estos pronto comenzaron a hablar de fantasmas, ruidos y fenómenos de índole sobrenatural.
Nosotros pudimos visitar este hotel en un tranquilo y soleado día. Nada ni nadie nos infundió terror. Pero sí que hay que considerar que detrás de este negocio un sueño empresarial terminó por romperse. Al igual que el de innumerables parejas que vieron como el lugar que sirvió de celebración hacia su nueva vida terminó siendo pasto del vandalismo y el abandono.
A lo largo de los años, la finca comenzó a deteriorarse. Las flores en los jardines se marchitaron, las vidrieras se rompieron y las hermosas estatuas que adornaban el lugar se cubrieron de malas hierbas. El edificio principal, una vez lleno de risas y música, se sumió en el silencio y la decadencia.
Fachada del hotel-restaurante que recuerda a una vieja masía.
El día soleado nos hizo captar fotografías llenas de contrastes.
En esta barra de bar seguro que se vivieron historias irrepetibles, y alguna que otra borrachera.
Paseando por sus estancias con el recuerdo de las grandes fiestas que se celebraron allí.
Este ascensor subió a los últimos usuarios hace más de diez años.
En la buhardilla encontramos la que parecía ser una sala para eventos más pequeños.
Desde una de las ventanas se observan las vistas de lo que fueron aquellas instalaciones. La vegetación todo lo devora.
Reflexionando sobre lo rápido que se olvida un edificio. Dentro de unos años será una completa ruina.
Vistas de la terraza. Tomar una copa a la luz de las estrellas seguro que fue memorable para muchos.
Las instalaciones también disponía de un pequeño jacuzzi. Si esas paredes hablasen...
El camino de acceso al lugar comienza a estar oculto por la vegetación.
Numerosos objetos se encuentran desparramados por los alrededores. Con toda probabilidad los amigos de lo ajeno intentaron destripar todo y sacar el máximo beneficio de sus robos.
Dos columnas daban la bienvenida a la finca. En las bodas ese camino se iluminaba con velas para crear una atmósfera romántica.
Algunos jugaron a romper cristales con piedras. Malditos inútiles.
Aquel edificio fue el pabellón donde se instalaba la disco móvil.
Un resto que parecía ser el frontal de un aparato de música.
Una finca que fue el inicio de una nueva vida para muchos, pero que terminó siendo el final para otros.