A veces te topas con enclaves que siempre te sorprenden por su
singularidad y aislamiento. Este es un buen ejemplo .En estas recientes
vacaciones me enfilé por una serpenteante carretera y a 1.415 metros de altura
pude disfrutar de un paseo agradable y tranquilo, admirando sus angostas calles
pizarrosas y su silencio olvidado de lo que un día fue un pequeño pueblo lleno
de vida pero totalmente olvidado y engullido por las montañas pirenaicas.
Había llegado a tener 120 habitantes a comienzos de siglo
XX, más tarde, como la mayoría de los pueblos, perdió mucha población hasta que
se abandonó definitivamente en 1981.
La visión del pueblo no deja de
sorprender a cada paso que una da por sus estrechas callejas llenas de lascas y vegetación abundante, con unas magníficas vistas mirando hacia los valles del Pirineo, coronado con un
altivo campanario románico de su iglesia (datado del siglo XII) que preside
este bucólico paraje .
Los callejones solitarios, las paredes caídas, una pequeña plaza y un
antiguo horno del 1725 completan la estampa.
Pasear por las calles de esta aldea pirenaica produce una sensación de
calma infinita. La estructura del pueblo gira entorno a una placita muy ancha,
bien hecha y soleada. La fuente que preside la plaza deja ir un buen chorro de
agua fresca que en verano se agradece más que nunca.
Las casa, toscas y totémicas, majestuosas, con sus puertas guardadas por
férreas cadenas, supuran nostalgia. Y parece que vayan vigilando
silenciosamente los pasos de la viajera, que curiosamente mira todo el
alrededor pizarroso y parado por el tiempo.
Sed bienvenidos al pueblo de los valles con sus tejados pizarrosos,
fieles testigos de un silencio ya aposentado para siempre.
Esta calle pedregosa nos da la bienvenida
Una de las numerosas rejas que podemos encontrar
Detalle de las casas de la calle principal
Una de las casas más grandes en la plaza de la aldea
Ventanas y balcones
Otra de las casas más grandes, seguramente perteneció a una de las mejores familias.
Calle secundaria
Placa de piedra del horno. Observese que se puede leer la fecha 1725
Piedra y pizarra pirenaica
Detalles de las casas de la plaza principal
Ventanas en que ya nadie se asoma
Casas de piedra y pizarra
Otra vista desde la calle secundaria de la plaza principal
La iglesia
Vista del campanario
Casas de pirene
Balcones y ventanas de madera con cristales rotos
La piedra se funde con el entorno
Un simpático paseante
Otra vista del campanario
Intrerior de una de las casas
Detalle de otra de las calles adyacentes a la plaza principal
Campanrario
Faltaba el pozo
Bonita estampa pirenaica pero silenciada en el olvido
Contrapicado de la torre del campanario
Detalle de una de las ventanas del ábside
Otra babosa paseando lentamente por sus calles solitarias
La puerta de hierro que daba entrada al ábside de la iglesia estaba muy bien conservada
Pìcaporte y cerradura de la iglesia
Tr
Trabajo artesano del herrero
Ruinas interiores
Reja con un hermoso color verde
Detalle de una de las calles
Madera y verdor
Casas en pie y casas en ruina
Lo que queda del retablo de una ermita cerana a la aldea
En el interior de la ermita
Detalle de la pared (puerta de entrada)
Una de las casas más lejanas
Ermita
Grandes hongos secos se adhieren a los troncos
Diferentes estampas bucólicas
Pirene en su esplendor
Flor típica
Reja de un balcón
Luz ciega en la plaza
El agua fresca se agradece en la calurosa subida
Espectacular
Restos de un cabezal de cama
Más detalles del interior de una de las casas más grandes
Otro cabezal
Maderas carcomidas
Estampas del olvido y el silencio
Vistas de la iglesia que resiste los envites del paso del tiempo
Más interiores ruinosos
Madera y clavos
Diferentes aspectos de las calles silenciosas y olvidadas
Detalle de otra casa con uno de los tejados medio hundido
FIN
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