De nuevo, os
mostramos un reportaje de otro pueblo abandonado de los que tanto nos gusta descubrir y explorar.
Las calles han quedado silenciadas y la pequeña campana que había presidido la
iglesia ya no toca las horas. Hace tiempo que el último habitante cerró por
última vez la puerta de su casa y el pueblo quedó, desde entonces,
abandonado, entre el recuerdo y el olvido de los que habían vivido.
Aquí se fundó una de las primeras granjas de un famoso monasterio cisterciense
catalán a finales del siglo XII. Una bula papal del año 1186 ya reconoce como
propiedad del monasterio este enclave y por lo tanto documenta su existencia
anterior. El camino que iba del pueblo al monasterio todavía se conserva
parcialmente.
Las granjas cistercienses eran el sistema a través del cual los monjes iban
tomando posesión de las tierras que los eran dadas o cedidas en uso por el rey
o por los nobles de la época. Las tierras de este pueblo debían de formar parte
anteriormente del término de un castillo muy próximo.
En las granjas, donde no solía haber monjes, se creaba una pequeña comunidad
bajo las órdenes de un capataz. Eran completamente autónomas. Acostumbraban a
contratar labradores del entorno para ayudarlos a cultivar las tierras o para
la cura del ganado. Probablemente, algunas de las familias que más tarde
adquirieron las tierras de este enclave, antes de propietarios habían sido
jornaleros o aparceros.
Pasear por estas calles silenciosas contemplando sus ruinas, nos ha
transportado a un lejano pasado en donde sus gentes vivían contemplando el
lento paso del tiempo.
Por cierto, se cuentan muchas historias, que no sabemos si ciertas o no, como sensaciones
extrañas de presencias desconocidas, termogénesis (cambios bruscos de
temperatura), psicofonías o extraños olores que no sabemos de dónde provienen.
Desde hace un par de
años el pueblo cuenta con una asociación de amigos que lucha por la
recuperación de sus calles, con la limpieza de la maleza y la restauración de
la ermita. Además se celebra un encuentro con todos los miembros cada año.
Nos alejamos del
lugar con el sonido de la hierba seca al pisar, que es lo único que se
puede escuchar. Los techos se han hundido y las pocas paredes que todavía
quedan de pie se ven invadidas por hierbas y plantas trepadoras como la hiedra (Heura,en catalán) silenciando las viejas historias que aquellos callejones estrechos habían
testimoniado un día.
Esperemos que os guste este reportaje de un lugar sumido en el silencio y en la
magia bucólica del abandono rural,que desgraciadamente es ya habitual en muchos
puntos de nuestra geografía.
Un viejo indicador oxidado nos da la bienvenida al pueblo
Enfilamos por la primera calle
Ruinas de una de las casas más imponentes del enclave
Las viejas vigas de madera aún aguantan imbatibles al paso del tiempo
Vista de la iglesia restaurada al final del pueblo
Piedras y ruinas, mudos testimonios de un tiempo que ya no volverá
El arco ojival aún aguanta impasible a pesar de que la casa está derruida
La maleza se adueña de otra de las casas, cubirendo las paredes con formas caprichosas
Ventana y puerta con la omnipresente hiedra
Aún podemos ver una de las pocas puertas de madera que quedan
En esta casa dicen que se huelen extraños olores que no se sabe de dónde proceden
Fachada de la ermita restaurada por la Asociación de amigos del lugar
Puerta de entrada a la emita
Escaleras que suben al coro
Interior espartano de la ermita
Casa colindante a la ermita
Vista posterior de la ermita ya en el crepúsculo
Estos extraños agujeros en la pared de una de las casas nos intrigaron bastante
¿Cuál era su uso?
Abrevadero
Detalles de una oxidada cerradura
Esta es una de las casas más cubiertas de hiedra del pueblo
Experimento psicofónico (sin resultados)
Detalle de puertas y ventana de la casa de las hiedras (Heura en catalán)
Vista parcial
Hermosa y a la vez desoladora vista de la ermita y la casa colindante
Piedras en la entrada de otra puerta o semi-puerta (mejor dicho)
Diferentes vistas
Ventana y hiedra
Nos vamos del enclave con una agradable sensación
Dejamos ya el pueblo de "Can Heura" muy satisfechos por la visita
La luz decae por momentos.Es hora de partir hacia otros enclaves del olvido.
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