Monte Ezkaba:La tumba olvidada.
Por Raquel
Abad Coll
“Los muros de
piedra no hacen una prisión, ni los barrotes de hierro una jaula; para los
espíritus inocentes y serenos eso no es sino un lugar solitario.”
Recientemente
visité uno de los enclaves que más huella me han dejado por la tragedia
histórica que sus vetustas murallas rezuman. Ya había oído hablar en numerosas
ocasiones de este enclave, pero poder verlo en primera persona superó con
creces todas las expectativas iniciales. Ya desde algunos puntos de la ciudad
de Pamplona se podían ver unas antenas de comunicación, y, junto a ellas, una
construcción que pasa completamente desapercibida. Los turistas e incluso
muchos ciudadanos de la capital navarra viven completamente ajenos a su
existencia. Todo por culpa de un telón oscuro que ha cubierto el pasado del lugar, dando como resultado una
censura informativa que viene durando demasiados años.
El Fuerte de
San Cristóbal, también conocido como el Fuerte de Alfonso XII, está considerado
como uno de los penales más siniestros y duros del sistema carcelario español,
destinado no solo a aplacar a los disidentes políticos, sino también a otros
individuos penados por otras causas. Sin embargo, al principio, no estaba
destinado a semejante función, ya que fue planteado como primera línea de
defensa en caso de ataque. La posición privilegiada del monte Ezcaba, un
auténtico balcón natural desde el que se ve toda Pamplona, lo convertía en la
estructura militar mejor protegida en caso de una guerra con artillería. Todo
en su conjunto vendría a suponer la imponente cifra de 615.000 m2, requiriendo
para su construcción la voladura, y posterior vaciado, de la cumbre de la
citada elevación. Su inmenso foso, impenetrable desde el exterior, oculta
varias construcciones repartidas entre tres plantas llenas de galerías. Un auténtico
laberinto que hoy en día sigue sirviendo de reclamo para muchos amantes del
misterio y los edificios abandonados que intentan, sin éxito, adentrarse en su
corazón. Nada desde fuera le hace a uno imaginarse la tremenda estructura
interior, debidamente oculta a no ser que sea desde un punto de vista aéreo.
Todo lo que te hayan contado sobre él es cierto, todo y mucho más. La escala de
sus dimensiones va más allá de lo que usualmente encontramos en otras
construcciones similares del resto de la cordillera pirenaica.
Como prisión
estuvo activo hasta 1945, aunque la fecha por la que más se recuerda es la del
22 de mayo de 1938. En esta jornada, 795 presos de todo tipo y condición, entre
los que se encontraban anarquistas, socialistas, republicanos, comunistas,
nacionales e incluso algunos privados de libertad por su condición sexual, se
fugaron. En plena Guerra Civil se hicieron con el control de la instalación,
abriendo las puertas a 2.400 compañeros. 585 fueron capturados y devueltos al
lugar, 207 asesinados en las laderas y solo 3 se conocen que consiguieron huir
de las fuerzas del orden. En concreto, 14 fueron condenados a muerte y
fusilados tras volver al Fuerte. Las ansias de salir de aquel lugar iban más
allá de la privación de libertad, ya que en sus celdas y pasillos se vivía el
horror más absoluto. El hambre, la humedad y los castigos eran inhumanos, y
algunos tan solo quisieron salir para poder tomarse una sopa caliente con
fideos. A día de hoy todavía se pueden ver vestigios de aquella fuga, cerca de
las cunetas, a modo de vía crucis macabro. La carretera de ascensión al discurre
por una auténtica fosa común.
El
documental Ezkaba, la gran fuga de las
cárceles franquistas (Iñaki Laforja, 2006) compuesto a base de numerosos
testimonios de sus protagonistas más directos –presos fugados, familiares y
amigos- sirve de testimonio audiovisual de estos acontecimientos. En él se
combinan imágenes históricas con otras captadas hace ya más de diez años,
levantando el silencio que cubría aquel episodio repleto de heroicidad humana.
Durante su metraje se denuncian las extremas condiciones de hacinamiento de
unos 2500 internos, todos ellos traídos desde diversos puntos del territorio
español en los oscuros años del alzamiento militar. Esta obra del realizador
Iñaki Laforja se concibió como memoria histórica, además de servir como
herramienta para dignificar el recuerdo de todos sus protagonistas. Por otro
lado también trazó un puente con el tiempo presente de su estreno, no muy
diferente al actual, denunciando la manipulación informativa y la amnesia
social como mal endémico de la población.
Este
imprescindible documento da voz a sus protagonistas, haciéndonos ver quiénes eran
y cómo llegaron hasta allí, además de revelar de primera mano las condiciones
en las que vivían y cómo se llegó a perpetrar tamaña evasión. Sorprende que su
realización se llevase a cabo 31 años después de la llegada de la democracia,
ya que incluso, tras la Transición, se interpuso un pacto de silencio de la
misma manera que hizo la dictadura franquista primero.
La
mayor parte de los presos fue consciente de la fuga una vez que ya estaba en
marcha, después de que unas veinte personas se hicieran con el control del
fuerte reduciendo a los guardias del penal y a los 92 soldados apostados en el
perímetro exterior. Todo bajo la atenta mirada de Leopoldo Pico, el verdadero
cerebro de la operación, que fue ajusticiado poniéndose al frente de los demás
en el patíbulo. La fuga tuvo esos ingredientes tan habituales en el cine de
grandes evasiones, con Pico reduciendo a sus guardianes, hasta incluso
disfrazándose como uno de ellos con una gorra, un abrigo y una pistola en la
mano. A partir de este punto se sucederían un gran número de peripecias
personales, algunas de ellas difíciles de entender al no poder experimentar, ni
de lejos, los sucesos acontecidos y el duro contexto histórico que les tocó
vivir.
Iñaki
Alforja, realizador de documentales, tras trabajar para diversas cadenas de
televisión, así como para organismos y ONGs en América Latina y África, decidió
aglutinar buena parte de estos sucesos en una obra documental que le llevó tres
años de preparación hasta su estreno. Su trabajo de investigación le hizo
bucear en archivos penitenciarios y en otras instituciones, dando como
resultado una producción única someramente documentada. Esta obra, a su vez,
sirve como complemento ideal al libro Fuerte
de San Cristobal, 1938 escrito por el propio Alforja junto a Félix Sierra.
ARTÍCULO APARECIDO EN LA REVISTA DE CINE VERSIÓN ORIGINAL-JUNIO 2018-DOCUMENTALES.
Magníficas vistas desde el balcón natural del monte Ezkaba.
Una de las entradas da lugar a un laberíntico foso rodeado de muros.
Todo parece cerrado, pero una escalera nos conduce a una posible brecha en el complejo.
Los túneles nos llevan bajo tierra y a la más absoluta oscuridad.
Diferentes estancias aparecen a ambos lados del pasadizo principal.
Escaleras que suben y bajan, sin duda un escenario de locura.
Angosto pasadizo que hay que cruzar de lado y de uno en uno.
La luz al final del camino apenas ilumina las estancias.
Los presos apenas veían estos rayos de sol desde sus celdas.
Una puerta oxidada nos impide seguir al interior central del complejo.
Estos espacios entre muros recuerdan a la película de "El corredor del laberinto".
Salidas cegadas por toneladas de tierra y fosos dificiles de sortear.
Caminamos cada vez más lentamente, el barro nos llega casi hasta las rodillas.
El barro dificulta el camino por los metros y metros de foso.
Múltiples orificios en la pared nos hacen anhelar con ver el interior.
Un árbol aparentemente sin vida se niega a morir en este espacio de pesadilla.
La vegetación se abre camino entre tanto abandono.
Al final de uno de los fosos volvemos a la entrada, pero al estar cerrada debemos retroceder.
Puerta principal al célebre fuerte, completamente inexpugnable.
Un intento baldío de hacer una foto entre los muros.
Regresando de nuevo con el miedo de no encontrar el acceso a este laberinto.
Al fin encontramos las escaleras que nos devuelven al mundo real.
Imágenes de los fosos desde el sendero superior.
Panorámicas de la ciudad de Pamplona desde uno de los balcones de la montaña.
Magnifico reportaje, un lugar escaparate de la barbarie española, saludos
ResponderEliminarMuchas gracias Pedro por tu amable comentario.
EliminarEnhorabuena por este impresionante reportaje, me ha sobrecogido y entusiasmado a la vez, por la cruda historia y vuestra buena obra fotográfica. Muy buen trabajo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus comentarios Carolina Viajera.
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