Esta
localización empezó siendo una cosa, para luego convertirse en otra, y
más tarde en una muy diferente. Habíamos escuchado rumores sobre la
existencia de un nuevo colegio abandonado. El lugar era bastante
desconocido y al parecer ofrecía bastantes posibilidades para ser
fotografiado. En el pasado otros enclaves similares, como el añorado
centro de Sant Llorenç Savall, nos habían traído numerosas sorpresas.
Por
otro lado atravesábamos una larga temporada en la que habíamos
comprobado que la exploración urbana parecía estar en declive. Muchos de
los edificios visitados estaban literalmente agotados, mientras que
algunos hallazgos nuevos no terminaban de reportar alicientes que fueran
adecuados para ser reseñados. Colegios, casas y viejas fábricas eran
pasto del vandalismo, o directamente siendo derribadas, apagando su vida
y pasado para siempre.
Tras
las investigaciones debidas este nuevo urbex no tardó en aparecer. La
visita al mismo se realizaría en la mañana del día de Año Nuevo, lo que
nos garantizaba total tranquilidad. 2018 amanecía con un día soleado,
con las calles solitarias y con el concierto de Viena sonando en la
radio del coche. Poco antes de que interpretasen la mítica marcha
Radetzky, el edificio aparecería entre unos árboles.
El
primer contacto con él arrancaría en un gran hall, del cual partían
varias escaleras que subían al piso superior. Fue entonces cuando nos
empezamos a percatar de que aquello no era una colegio, tal y como nos
habían anunciado previamente. Estas instalaciones estaban más cercanas a
un instituto o centro de formación profesional.
Nuestra
sorpresa vendría cuando, en el segundo piso, empezaron a aparecer
aparatos médicos junto a zonas dedicadas a la experimentación
científica. En ese instante, este inocente colegio se convertiría en un
centro de origen extraño. Era inevitable que en nuestra mente surgieran
ideas peregrinas acerca de las investigaciones que allí se llevaban a
cabo. Estas ensoñaciones, derivadas principalmente de haber visto
demasiadas series y películas, se rompieron en el momento en el que
empezamos a escuchar pasos. No estábamos solos.
Y
efectivamente así era, ya que al acceder a una de las áreas, un grupo
de sombras se levantaría de sus escondites tras el mobiliario. No nos
permitimos el lujo de preguntar quiénes eran. Cerramos la puerta y los
dejamos en su interior. ¿Serían producto de nuestra imaginación? ¿Eran
algunos sujetos abandonados con los que experimentaban en el lugar?
¿Serían humanos que habían perdido sus capacidades más elementales?
Dejamos estas dudas a quien se atreva de nuevo a adentrarse por sus
pasillos.
Agradecimientos especiales a nuestro amigo urbexófilo Flech.
¡Parece el apocalipisis Zombie!
Unas escalinatas nos reciben ante tal imponente complejo.
La sala de actos era grandiosa ¿Qué actos celebrarian?
La zona de los ascensores muy deteriorada.
La recepción con mil trastos tirados por los suelos.
Sala de archivos.
La escalera imponente invita a subir y descubrir más de este enigmático enclave.
Patio interior y pasillos con camilla incluida.
¿Quién quiere un mousse o teclado?
Varias vistas del misterioso laboratorio.
La sala de actos era grandiosa ¿Qué actos celebrarian?
La zona de los ascensores muy deteriorada.
La recepción con mil trastos tirados por los suelos.
Sala de archivos.
La escalera imponente invita a subir y descubrir más de este enigmático enclave.
Patio interior y pasillos con camilla incluida.
¿Quién quiere un mousse o teclado?
Varias vistas del misterioso laboratorio.
Los clásicos tampones TRODAT PRINTY.
Sala de material de oficina.
Estancias vacias y más estancias...
2 vistas más parciales desde la 2º planta.
El ascensor con la puerta forzada y una escalera de caracol que ascendía a la azotea.
Armario con productos químicos.
Este sillón aún se conserva bien.
¿Un purito Cohiba, Sr?
Sala de cocina.
Las banderas que no falten.
Diferentes vistas del bar-cafetería.
Más vistas de la planta 1ª.
Vistas parciales exteriores del edificio.
El complejo está apartado en un tupido bosque.
Ala este.
El edificio contaba con un inmenso parking.
¡Hasta parking de bicicletas!
Había muchos PC´s tirados por fuera.
Vista trasera del complejo.
Extintor y piezas informáticas esparcidas por el exterior.
Salgan ustedes.
Rampa de acceso trasera.
Esta escalera nos fascinó con su vetusta barandilla y la fotografiamos desde diversos ángulos.
Una vieja pala apoyada en una puerta de salida.¿Sería del jardinero?
Más vistas exteriores.
Otra vista del párking.
Vista desde abajo de la rampa trasera de entrada.
Nos marchamos de este curioso enclave con muchas preguntas sin respuesta
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