sábado, 19 de enero de 2019

El hotel de la habitación de la momia


En ocasiones un viaje puede traerte muy gratas sorpresas, y más cuando, de manera inesperada, aparecen lugares como éste. Recuerdo que paseábamos por un entorno privilegiado, rodeados de casas de rancio abolengo, pero también con un cierto toque decadente. De entre todas ellas, y casi al final de la localidad nos topamos con un destartalado hotel que invitaba a ser explorado. Para ello tuvimos que tomar toda clase de precauciones, ya que el edificio podría traernos toda clase de desafíos. Afortunadamente acceder a su interior fue fácil, y, salvo algunas estancias, durante toda la exploración nos lo encontramos todo abierto de par en par. 
A juzgar por las estancias de la planta calle, el hotel había sido regentado por una familia. Juguetes, libros y toda clase de artículos infantiles aparecieron en uno de los cuartos. Todo un tesoro que algún niño abandonó y del que ya ni se acordará. Daba una sensación precipitada de huida. Sus habitantes habían dejado todo tal cual e incluso algunas camas estaban perfectamente hechas a la espera de inquilinos que nunca aparecieron. Estancias y corredores que nos iban preparando para la sorpresa final. En la última habitación, en el piso más alto y al fondo del todo, apareció. El cuerpo momificado de una criatura que acabó sus días, probablemente muerta de hambre, en una de las camas. Una tumba silenciosa que volvimos a cerrar con sumo respeto. 
Bienvenidos al Hotel de la Habitación de la Momia. Preparen su reserva, ya que en breve vivirán una experiencia única entre sus paredes. 



La partida de billar no pudo ser acabada aquella noche.

Desde una de las ventanas observamos el magnífico salón, una de las pocas estancias a las que no pudimos entrar.


En la terraza acristalada una silla espera volver a ser utilizada por uno de los huéspedes. 
En esta estancia tuvimos que extremar las medidas de seguridad, ya que podíamos ser vistos desde la calle.
El hotel tuvo tiempos de gloria en esta vetusta localidad.


Desde este espacio se harían numerosas llamadas en un tiempo en el que no existían los móviles.







La cocina todavía poseía todos sus utensilios. 




La vajilla se quedó escurriéndose a perpetuidad después de su último uso.




Cualquier rincón de las distintas estancias estaba lleno de detalles para ser fotografiados. 

Una nueva puerta invitaba a los huéspedes a atravesar el umbral de la más absoluta oscuridad.



La sala de la televisión parecía un decorado de una serie de los 70.

Ver colchones en los edificios abandonados es todo un clásico. Esa noche podríamos haber dormido perfectamente sobre él.


El servicio de lavandería y planchado trabajó eficientemente hasta el último momento.



Reliquias informáticas del siglo pasado.


La habitación perfectamente preparada para los siguientes huéspedes. A saber quienes fueron los últimos que durmieron aquí.



Habitaciones sencillas pero perfectamente equipadas.

Habitación doble con camas separadas y baño privado.


Probablemente es el primer edificio abandonado en el que los baños no están destrozados.






En una de las habitaciones nos encontramos esta llave. Nada que ver con las tarjetas electrónicas de los hoteles actuales.


Llaves y más llaves acumuladas de puertas que nunca más se abrirán.

Las mantas perfectamente plegadas y preparadas para las noches más frías.





Que un hotel tenga en sus habitaciones un secador es todo un detalle para sus huéspedes.





Las toallas limpias y perfectamente colocadas en los baños, nos hacen comprobar que este edificio apenas ha sido visitado.


Los sillones de diseños imposibles hacen de este hotel un lugar anclado en el tiempo.





La habitación abuhardillada sirvió como tumba de una pobre criatura que perdió su vida allí.




Debajo de una percha la momia de un gato perfectamente conservada. Las condiciones cálidas de la habitación, la que recibe más horas de luz cada día, han hecho posible que el cuerpo siga integro durante más tiempo. El pobre animal probablemente no supo salir y se murió de hambre y sed. Descanse en paz.





Todo está tan bien plegado, que da la sensación de que no sabían que el hotel iba a cerrar aquel día.


La madera comienza a romperse en este suelo peligroso para la exploración.










Las escaleras nos llevan a la salida de este lugar intacto y fascinante.