jueves, 7 de agosto de 2014

La aldea de Pirene

A veces te topas con enclaves que siempre te sorprenden por su singularidad y aislamiento. Este es un buen ejemplo .En estas recientes vacaciones me enfilé por una serpenteante carretera y a 1.415 metros de altura pude disfrutar de un paseo agradable y tranquilo, admirando sus angostas calles pizarrosas y su silencio olvidado de lo que un día fue un pequeño pueblo lleno de vida pero totalmente olvidado y engullido por las montañas pirenaicas.

Había llegado a tener 120 habitantes a comienzos de siglo XX, más tarde, como la mayoría de los pueblos, perdió mucha población hasta que se abandonó definitivamente en 1981.

La visión del pueblo no deja de sorprender a cada paso que una da por sus estrechas callejas llenas de lascas y vegetación abundante, con unas magníficas vistas mirando hacia los valles del Pirineo, coronado con un altivo campanario románico de su iglesia (datado del siglo XII) que preside este bucólico paraje .

Los callejones solitarios, las paredes caídas, una pequeña plaza y un antiguo horno del 1725 completan la estampa.

Pasear por las calles de esta aldea pirenaica produce una sensación de calma infinita. La estructura del pueblo gira entorno a una placita muy ancha, bien hecha y soleada. La fuente que preside la plaza deja ir un buen chorro de agua fresca que en verano se agradece más que nunca.

Las casa, toscas y totémicas, majestuosas, con sus puertas guardadas por férreas cadenas, supuran nostalgia. Y parece que vayan vigilando silenciosamente los pasos de la viajera, que curiosamente mira todo el alrededor pizarroso y parado por el tiempo.

Sed bienvenidos al pueblo de los valles con sus tejados pizarrosos, fieles testigos de un silencio ya aposentado para siempre.

 Esta calle pedregosa nos da la bienvenida
Una de las numerosas rejas que podemos encontrar
Detalle de las casas de la calle principal
 Una de las casas más grandes en la plaza de la aldea
 Ventanas y balcones
 Otra de las casas más grandes, seguramente perteneció a una de las mejores familias.
 Calle secundaria
Placa de piedra del horno. Observese que se puede leer la fecha 1725
 Piedra y pizarra pirenaica
 Detalles de las casas de la plaza principal
 Ventanas en que ya nadie se asoma
 Casas de piedra y pizarra
 Otra vista desde la calle secundaria de la plaza principal
 La iglesia
 Vista del campanario
 Casas de pirene
 Balcones y ventanas de madera con cristales rotos
La piedra se funde con el entorno
 Un simpático paseante
 Otra vista del campanario


 Intrerior de una de las casas

 Detalle de otra de las calles adyacentes a la plaza principal
 Campanrario
Faltaba el pozo
 Bonita estampa pirenaica pero silenciada en el olvido
Contrapicado de la torre del campanario

 Detalle de una de las ventanas del ábside 

 Otra babosa paseando lentamente por sus calles solitarias
 La puerta de hierro que daba entrada al ábside de la iglesia estaba muy bien conservada 
 Pìcaporte y cerradura de la iglesia
 Tr
 Trabajo artesano del herrero 
 Ruinas interiores
 Reja con un hermoso color verde
 Detalle de una de las calles
Madera y verdor
 Casas en pie y casas en ruina

 Lo que queda del retablo de una ermita cerana a la aldea
 En el interior de la ermita
 Detalle de la pared (puerta de entrada)

 Una de las casas más lejanas
 Ermita




 Grandes hongos secos se adhieren a los troncos

 Diferentes estampas bucólicas
 Pirene en su esplendor
 Flor típica






 Reja de un balcón

 Luz ciega en la plaza
 El agua fresca se agradece en la calurosa subida
 Espectacular
 Restos de un cabezal de cama 
 Más detalles del interior de una de las casas más grandes
 Otro cabezal
 Maderas carcomidas

 Estampas del olvido y el silencio
Vistas de la iglesia que resiste los envites del paso del  tiempo

 Más interiores ruinosos

 Madera y clavos


 Diferentes aspectos de las calles silenciosas y olvidadas



 Detalle de otra casa con uno de los tejados medio hundido



FIN


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