lunes, 16 de marzo de 2020

El balneario de la niebla

El termalismo se conoce desde los tiempos de la Antigua Grecia, pero fueron los romanos quienes impulsaron el gusto por "tomar las aguas", no solamente como medio de salud, sino también a modo de encuentro social. Las ruinas, por ejemplo, de las Termas de Caracalla en Roma son un claro vestigio de la importancia de estos recintos. En Europa, el punto álgido de esta clase de turismo se dio a finales del siglo XIX y principios del XX, dando lugar a grandes construcciones en enclaves pintorescos. En este nuevo post descubriréis un balneario excepcional que se encuentra oculto entre la niebla y las montañas. Un lugar de no muy fácil acceso y que, por ello, sigue en gran media preservado del vandalismo. Recorrer sus edificios es entrar en una época de opulencia con cierto toque romántico decimonónico. Si uno cierra los ojos aun puede sentir el vapor de las aguas termales sobre su rostro o escuchar los pasos calmados de aquellas personas que se dirigían cada noche a cenar en el salón mirador con vistas a la montaña. Allí, rodeados de una gran cristalera, se celebrarían veladas al abrigo de la noche, a ritmo de una buena música, mientras los distintos platos son servidos para el deleite de los asistentes. Afuera, en el exterior, los sonidos de la fiesta se irían dispersando de la misma manera que el tiempo inexorable va pasando hojas en el calendario sobre este lugar casi de ensueño. Sean bienvenidos al "Balneario de la niebla".

Encaramado en la montaña y en un día de niebla la estampa del balneario se presenta amenazadora.

La carretera de acceso es tortuosa y llena de curvas.

Parece Transilvania, pero no...
El recinto desde la carretera resulta prometedor.

El primer edificio que nos encontramos es esta casa del guarda.
La escalera da acceso a las distintas áreas del balneario.

La naturaleza ya ha comenzado a engullir algunos de los edificios. 
Muchos de los edificios colindantes están en peligro de ruina.
Símbolos cadavéricos nos invitan a entrar en las distintas estancias. 

Hay que extremar las medidas de seguridad, el suelo o el techo se pueden desplomar.


El edificio principal, a pesar de su estado ruinoso, luce imponente.



Este largo pasillo hacia la oscuridad invita a ser explorado.

Las escaleras hacia lo desconocido siempre atraen a los exploradores. 

El pasillo y la iluminación entrante da lugar a un juego de luces sorprendente.

Siempre nos gusta dejar constancia de los pequeños detalles.



En el piso inferior accedemos a lo que pudo ser el depósito de agua. 



El balneario tuvo un intento de reforma, a juzgar por el apuntalamiento de techos y paredes.

Recorrer las estancias nos lleva a patios interiores con árboles y palmeras derrumbados. 


La puerta nos abre el acceso a un mirador espectacular.


Los últimos rayos de luz antes del anochecer.



El balneario disponía de un salón mirador desde el que se podía contemplar la montaña.


Marcos de madera de puertas y ventanas tirados por el suelo.

Hay zonas de imposible acceso totalmente apuntaladas. 

Interior de la gran galería. En sus tiempos de funcionamiento debió ser espectacular. 
El balneario está olvidado entre montañas.




Mucho cuidado con el óxido y el tétanos. Sabemos de lo que hablamos. 



Este salón tuvo que tener una cristalera fantástica que haría las delicias de los visitantes. 








Entre tanto escombro creemos que se esconde una fuente de la que ya no mana agua. 
Ciertas estancias todavía guardan sus baldosas originales. 




Regresamos tras nuestros pasos para introducirnos de nuevo en los misteriosos túneles. 





Una puerta enorme de madera tumbada contra la pared.


Un viejo reloj solar es uno de los grandes detalles de la fachada.
Vistas del edificio por fuera nos hacen evaluar la grandeza del recinto.

Abajo descubrimos una planta embotelladora, también en estado de abandono. Posiblemente será uno de nuestros próximos objetivos. 




Aun se conserva la campana de la iglesia, cuyo interior nos lo guardamos para el siguiente reportaje.



Pintoresca simbología aparece en alguna de las puertas. 
Nos despedimos del lugar no sin antes intentar (sin éxito) entrar en la supuesta casa del guarda. 


Una virgen custodia este lugar con pasado ilustre. 
Panorámica final de uno de los urbex más espectaculares que hemos visitado. 

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